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COLOMBIA

POBLACIÓN: 50,12 millones

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: 

Población Rural: 23,3% Población Urbana: 76,7%

POBREZA:  

Pobreza. Indigentes: 8,1%  Pobres, no indigentes: 20,5%

SUBALIMENTACIÓN:  8,8%

PIB US$ a precios actuales
292.080 millones (2015)

EL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN

EN COLOMBIA

Colombia es un país con una población aproximada de 50 millones de habitantes, reconocido en su constitución como un país pluriétnico y multicultural, con pueblos afrodescendientes, indígenas y rom. El 76% de su población es urbana, y el 23,3% es rural. Con un índice de pobreza de 29,6% y un índice de subalimentación del 8,8%.

 

Colombia en su Constitución Política de 1991 reconoce de manera explícita y directa el derecho a la alimentación, siendo éste un Derecho reconocido y aplicable solo a categorías poblacionales específicas: Diálogos Hambre Cero Colombia Es un derecho fundamental de los niños y las niñas la alimentación equilibrada (Artículo 44); Durante el embarazo y después del parto la mujer goza de especial asistencia y protección del Estado, y recibe de éste un subsidio alimentario si se encuentra desempleada o desamparada (Artículo 43); El Estado garantiza a las personas de la tercera edad un subsidio alimentario en caso de indigencia (Artículo 46). Ha todos los acuerdos y tratados internacionales en materia de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CELAC, 2017).

¿Quiénes participaron de los Diálogos Hambre Cero?

En los dos diálogos de Hambre Cero que se realizaron en Colombia, el 93% de los participantes fueron mujeres, y solo el 3% hombres.

El mayor porcentaje de participantes, eran mujeres entre los 45 y los 55 años, urbanas y rurales, que hacen parte de organizaciones sociales, como la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas CNOA, Red de Mujeres afrolatinoamericanas y caribeñas, Asocalim, Asoartesanas.

  1. ¿Qué significa ser la Generación Hambre Cero en el 2030?

Para las personas participantes de los Diálogos Hambre Cero en Colombia, ser la generación hambre cero significa un reto, un compromiso por participar activamente en el desarrollo de ideas, de toma de decisiones desde las comunidades, con el Estado, con las empresas, con los jóvenes, las mujeres, para erradicar el hambre en el 2030. Promover nuevos liderazgos, movilizando a las comunidades y empoderando a los diferentes actores, para garantizar la igualdad de las mujeres como productoras, promover la tenencia de la tierra por parte de las comunidades, transmitir los saberes generacionales y prevenir desperdicios de alimentos.

 

Implementar procesos de acuerdo con la realidad de los territorios, garantizando la sostenibilidad en el tiempo, pensando en las nuevas generaciones para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional con enfoque étnico y diferencial en los territorios. Estas estrategias hacen parte de la construcción de paz, y que es importante dimensionar ante el contexto de postacuerdo que hoy vive Colombia.

2. ¿Qué limitaciones u obstáculos debemos enfrentar para ser la Generación Hambre Cero?

Las y los participantes de los Diálogos Hambre Cero en Colombia coincidieron en que falta fortalecer los procesos de articulación y promoción de la producción local, el empoderamiento de las mujeres como productoras y que los jóvenes, que conlleva el fortalecimiento de la institucionalidad, políticas públicas pertinentes a la realidad de los territorios y construidas con las comunidades, que posibiliten programas y proyectos productivos que garanticen la seguridad y la soberanía alimentaria. Para superar estas limitaciones y obstáculos, se proponen como acciones a promover el empoderamiento de niños, niñas y jóvenes para la transmisión de los saberes en agricultura, piscicultura, así la importancia y las acciones que desde cada contexto conlleva ser la Generación Hambre Cero, en los colegios, el hogar, los espacios comunitarios, etc.

 

Entre todas y todos generar conciencia sobre la protección de la tierra y las afectaciones del uso desmedido de los recursos en el cambio climático que hoy afecta a todos los países en el mundo, un ejemplo claro que han vivido estas comunidades son los efectos de las sequias y luego las inundaciones que dañan los cultivos, y que ha traído escasez de alimentos en los territorios. Es necesario involucrar al Estado para que fortaleza la oferta de los espacios de participación para la ciudadanía en los temas de seguridad alimentaria y nutricional; que apoye al campesino más allá de proyectos asistencialistas.

 

El Estado debe regular las malas prácticas para que la tierra no se dañe por los químicos, la tala de bosques, la gran industria; tomar medidas para que el campesino entienda la importancia de cambiar el modelo de producción sana, fortaleciendo capacidades técnicas, promoviendo la reglamentación de la tenencia y uso de la tierra, articulando las reformas agrarias a las realidades del campo, promoviendo sistemas agroforestales, impulsando economías y cultivos familiares, el desarrollo de mercados campesinos y precios justos; a hacer evaluaciones de impacto de los programas que se desarrollan en los territorios como herramienta para la toma de decisiones en materia de políticas públicas. 

3. ¿Qué compromisos podemos asumir?

Se considera de gran importancia generar alianzas público-privadas y con organizaciones de sociedad civil para el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de estrategias para la erradicación del hambre, como por ejemplo los bancos de semillas, el desarrollo de prácticas de producción limpia, procesos de titulación colectiva a los pueblos étnicos, la investigación en articulación con la academia y la asistencia técnico-pedagógica para los estudios de vocación de la tierra, entre otras.

 

La formación y cualificación tanto de las comunidades, como de los tomadores de decisiones posibilita estrategias más oportunas, un mayor empoderamiento, sentido de pertenencia y conciencia frente a las acciones y el impacto en el medio ambiente (sistemas agroforestales, minería regulada, control de la deforestación, recuperación de cuencas hídricas, entre otras acciones). La prevención del desperdicio de los alimentos en un compromiso fundamental para estos líderes, en tanto el problema no radica en todos los territorios en la escasez de alimentos, sino en la distribución inequitativa, los altos costos y el desperdicio de los mismos. Así, promover el consumo responsable, en toda la cadena de producción y distribución posibilitaría también una mejor calidad de los alimentos sin químicos ni conservantes que están generando enfermedades en las comunidades.

 

Las organizaciones sociales participantes se comprometen a seguir integrando la agenda global de los ODS, y particularmente Hambre Cero, a sus agendas locales, a seguir generando reflexiones, difundiendo el mensaje, empoderando nuevos liderazgos, usar más efectivamente las redes sociales para movilizar el tema de forma masiva para visibilizar las buenas prácticas, la economía solidaria, la visibilización del rol de las mujeres y jóvenes en estas estrategias, que contribuyen a la erradicación del hambre y trabajar conjuntamente con actores de diferentes países para potenciar el impacto de las acciones propuestas, de manera transparente, libre de corrupción. 

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